Juarez la otra historia de una investigación de la UAM
JUÁREZ: LA SOBERANÍA Y EL TERRITORIO
Arturo Lomas Maldonado
Universidad Autónoma Metropolitana
Departamento de Filosofía
Área de Historia del Estado y la Sociedad
El estudio de las fronteras y el territorio trata de ubicar en un determinado contexto las nociones de pertenencia a una nación o a un país, en donde destaca el principio de mayor importancia, que es el que se refiere al estudio y la comprensión del concepto de soberanía, por lo tanto cuando se habla de que éstas son objeto de negociación política, nos estamos refiriendo obligadamente a la cesión de soberanía.
Ocupándonos de los catorce años en que Juárez ocupó la Presidencia de la República, trataremos de demostrar que el tema territorial desempeñó, junto con otros, una parte sustancial de su política, en donde se observan nítidamente las formas en que la clase política mexicana asume en los hechos la usurpación de los derechos de la población, ya sea a través de la firma de los tratados Mac Lane – Ocampo de diciembre de 1859, como en los tratados Thomas Corwin - Manuel Doblado de abril de 1862; el José María J. Carvajal - Daniel Woodhouse de 15 de mayo de 1865; el John W. Corlies y Cia.- José María Carvajal firmado el 23 de octubre de 1865; o el Convenio José María Iglesias - Jacobo P. Leese, firmado el 30 de marzo de 1864, entre otros.
Juárez es una figura controversial, y así como ha sido objeto de una fuerte crítica, también se le ha rendido una amplia exaltación, tanto de sus contemporáneos como en la actualidad, y corresponde al análisis histórico, apoyado en el estudio e interpretación de las fuentes, el poder formarnos una idea más cercana a la parecer, extraña personalidad del oaxaqueño.
Por ejemplo hay quien asegura:
“No retuvo el poder D. Benito para salvar a México, lo retuvo por morbosa pasión de mando, la misma que lo hizo retener la presidencia en dos reelecciones sucesivas, hasta que la muerte lo arrancó del sillón presidencial...Con esta pasión violó la ley en el caso de González Ortega”[1]
Al respecto también se afirma:
“¿Por qué se sublevaban estos hombres? Porque D. Benito, con las elecciones que él dirigía y en las que, según decir del Nigromante, ‘empleaba todas las rentas de la Nación en comprar gobernadores, generales, periodistas, diputados, ayuntamientos, legislaturas y electores’ y en las que ‘merced al telégrafo derramaba sobre las urnas hasta hacerlas rebosar, torrentes de oro con una mano y con la otra torrentes de sangre’”[2]
Por el otro lado, existen personajes que le dedican una amplia poesía a Juárez, en donde uno de los primeros y mas grandes apologistas le dedica las siguientes palabras: “¡Gran padre de la patria, viste el triunfo de tu perseverancia, de tu obra, de tu fe, en ese triunfo te dejamos...y quisiste levantar al pueblo mexicano...al grado a que tú habías ascendido, transformando las condiciones del trabajo nacional, protegiendo las grandes empresas de progreso material”[3].
De igual forma Sierra asegura: “...nadie creerá en la nación mexicana, nadie, nunca, que Juárez fue un traidor a la patria”[4], sin embargo hay quien, como Ignacio Ramírez “El Nigromante”, se pregunte: “¿Donde están los títulos que acreditan la grandeza de Juárez?, La escasez de vergüenza y patriotismo es la única herencia que nos ha dejado”.[5]
Ralph Roeder, historiador neoyorquino y constituido en uno de sus biógrafos distinguidos, concluye que “Sobre él estaba enfocado el destino adverso de la nación, y en él, su voluntad invencible, personificación de la reciedumbre de un pueblo, el fenómeno que magnifica una personalidad que con su difusión entre muchos, se manifestaba en la devoción que inspiraba”[6].
En la actualidad es fácil encontrar manifestaciones acaloradas que aseguran que para transformar la realidad de México necesitamos juarismo en lo político y cardenismo en lo social “una síntesis armónica de lo mejor de nuestra experiencia histórica”[7], y lo curioso es esta aseveración coincide con las pronunciadas por el entonces Presidente de México, quien siendo acusado de antijuarista y declarándose adversario político del anterior, Vicente Fox resalta la figura de Juárez asegurando que su gobierno “se rige por el ejemplo juarista, al empeñarse en hacer valer el estado de derecho, en fortalecer el Poder Judicial y en hacer cumplir las decisiones de los tribunales, incluyendo los electorales..
Así tenemos que el investigador José Antonio Crespo critica el supuesto nacionalismo
“…a toda prueba de Juárez (convertido en virtud que el PRI se apropia y de la que se ufana)… resulta que Juárez no fue tan nacionalista como se nos cuenta en la escuela; baste recordar las enormes cesiones de soberanía que quiso hacer a Estados Unidos a cambio de ayuda política, financiera, diplomática y militar. Un botón de muestra (de muchos) ocurrió durante la Guerra de Reforma, cuando Juárez solicitó, apelando al famoso Tratado McLane-Ocampo, la intervención de la armada estadounidense en las aguas veracruzanas de Antón Lizardo para detener una fragatas conservadoras que se dirigían al puerto, donde radicaba el gobierno juarista. Dicha intrusión inclinó la balanza en favor de los liberales. Por lo cual Juárez, eufórico, escribió a su yerno: ‘El triunfo de la sagrada causa que defendemos está asegurado. Un gran pueblo (Estados Unidos) ha hecho alianza con nosotros...el hecho será inolvidable para México y para el corazón de los demócratas, el nombre de Turner el capitán de la escuadra estadounidense, vivirá eternamente’. Los priístas no mostraron una conducta muy distinta. Desgarrándose las vestiduras nacionalistas en el discurso, incluso con altisonantes proclamas antiyanquis, negociaron siempre por debajo de la mesa su subordinación a las causas importantes del vecino del Norte”.
Manuel Doblado, compañero de Juárez durante la Reforma y la Intervención, para el año de 1861 ya decía “Este es un desconcierto espantoso; el Ejecutivo generalmente no obra y cuando algo hace, es tan mal, que más valía que nada hiciera”.[8]
Ignacio Ramírez opinaba “¡Juárez , salvador de la república! lo único que procuró siempre don Benito Juárez fue poner a salvo su persona...era enérgico y valiente únicamente contra cualquier pretendiente a su silla presidencial”[9]. A Juárez “lo fuimos a buscar al confín de la nación - dijo “El Nigromante” - palpitante bajo los pliegues de una bandera extranjera, mientras los buenos mexicanos median sus armas contra los invasores...los insensatos que recomiendan a Juárez...se estiman muy poco no ya como republicanos sino como hombres, al creerse incapaces de hacer lo que ha hecho Juárez”.[10]
Para la Historia, lo central consistiría en elucidar esta aparente dicotomía, y para alcanzar este propósito resulta útil examinar uno de los capítulos más infaustos de nuestra historia, como son los tratados que Juárez firmó con el representante del gobierno de los Estados Unidos, Robert Mac Lane, en diciembre de 1859, y que han merecido una dilatada bibliografía, .
Don José González, nieto de Jesús González Ortega, al comentarnos lo ocurrido, parece incluso ubicar el quidde la cuestión cuando expone: “Ya desde los tiempos de la Guerra de Reforma, D. Benito Juárez contó con la simpatía de los norteamericanos. Esto que era una verdad en público, encontró cabida en la correspondencia personal...el 1° de marzo de 1858 el Sr. Miguel López...escribió al Sr. Juárez felicitándolo por la ‘adhesión de los Estados Unidos a su persona’, según vemos a páginas 115 del libro del Dr. Fernando Ocaranza Juárez y sus amigos”.[11]
Miramón, enemigo de Juárez durante la Reforma y la Intervención, juzgado ya por la historia como traidor al interés nacional, en su ‘Manifiesto de Guadalajara’ de 1º de enero de 1860 afirmaba que los tratados de Mac Lane - Ocampo, debían juzgarse por sus antecedentes, es decir, porque…
“Ya el Ministro americano Mr. Forsyth había propuesto en marzo del año pasado, una nueva demarcación de límites y había intentado seducir el patriotismo (¿?) del Gobierno (conservador de Zuloaga), indicándole en la nota que pasó al Ministerio, que debía aprovechar la ocasión que se le presentaba para hacerse de algunos millones de pesos en un lance comprometido; es decir, en la lucha que sostenía contra las fuerzas constitucionalistas. Desechada aquella proposición tan poco digna de una nación, en los términos que sabe la República, fue reconocido por el Gobierno de los Estados Unidos el establecido en Veracruz...”[12]
La idea es ubicar cómo, los mismos tratados que el golpista Zuloaga rechazó, Juárez los firmó en el año de 1859, lo que formaba parte de un plan, no mexicano, sino norteamericano, en que pretendían sacar en su provecho ventajas territoriales de la guerra civil iniciada en México en diciembre de 1857, y viendo los norteamericanos que les fallaban los propósitos que perseguían cerca de Miramón, desconocieron al Gobierno de éste y reconocieron al de D. Benito Juárez el 6 de abril de 1859. El Ministro que comunicó la nueva al Gobierno liberal fue Mr. Mac Lane, quién declaró: “...El patriotismo ilustrado y el vivo anhelo de V. E., por dichos principios, son altamente reconocidos por el pueblo como por el Gobierno de los Estados Unidos”.[13]declaración que hace exclamar a José González: “¡Que enorme hipocresía: dirigirse en esos términos al bando liberal, cuando uno o dos meses antes había procurado negociar con el bando conservador”[14]
El siguiente relato de Tamayo confirma plenamente la especie
"Forsyth creyendo que la situación había madurado, el 22 de marzo plantea al Secretario de Relaciones Exteriores del Régimen conservador, Luis G Cuevas, la petición de mover la frontera hacia el sur y ceder Baja California, a la vez ampliar y reglamentar el derecho de paso por el Istmo de Tehuantepec. Las bases para el tratado son las mismas presentadas anteriormente a Comonfort y más tarde a Ocampo... Dos semanas después, el 5 de abril, el Secretario de Relaciones Exteriores el Gobierno Conservador, rechaza categóricamente examinar la cesión de territorio... El Gobierno Conservador pide su retiro, pero antes de que se conozca el resultado, Forsyth, el 21 de junio, ‘suspende las relaciones políticas de esta Legación con el Gobierno de México hasta recibir instrucciones de su Gobierno’. Estas se le envían el 15 de julio, ratificando la determinación tomada”.[15]
Estas aseveraciones las apoya una carta que John Forsyth, Ministro de los Estados Unidos en México, envió a Lewis Cass, Secretario de Estado de los Estados Unidos, de fecha 17 de junio de 1858, en la que queda de manifiesto tanto la perfidia del gobierno norteamericano, como su insolente injerencia en nuestros asuntos
“Un nuevo episodio ha ocurrido en la historia de las negociaciones sobre cesión de territorio y, con el fin de mantener a ese Departamento enterado de todo lo acontecido, juzgo conveniente relatarlo. Hace ocho días recibí un mensaje del Presidente indicándonos que la contribución del decreto del 15 de mayo no había rendido los resultados esperados por la tesorería y que no le quedaba otra alternativa que una venta de territorio; para disponer de dinero con que salvar su Gobierno deseaba reanudar conmigo las negociaciones rechazadas hace unas semanas...Asistí a la cita con el Gral. Zuloaga para las nueve de la noche del día siguiente y en ella el Presidente me confirmó el recado de su mensajero...en dos horas de conferencia me confió sus problemas y necesidades y concluyó manifestando que estaba decidido a realizar ese gran sacrificio por el bien de su país y su propia salvación. Le observé que podrían presentarse obstáculos en el Gabinete y mencioné la hostilidad del Sr. Cuevas, en general a todo lo que tuviera que ver con el americanismo...Determinamos un plan definitivo de acción, calculando que toda la transacción fuera completada con tiempo para enviar el tratado a Estados Unidos por el vapor del día 21. Decidió que al otro día haría los siguientes cambios en su gabinete: Elguero saldría de la Secretaría de Gobernación para ir a Justicia remplazándolo por Pesado que favorecía en todo esta solución. En esta forma Cuevas quedaría solo en la oposición y se adhería al proyecto o se retiraba…(quedamos) en que a los dos días me informaría si el asunto estaba arreglado...sin recibir las noticias que me había prometido...me enteré que le había faltado valor para poner en práctica lo estipulado y se disculpó diciendo que el Gabinete lo obligaba a hacer un último intento para poner en vigor la ejecución del decreto antes de recurrir a tan extrema medida”[16]
El tratado propuesto a Luis G. Cuevas y dirigido a Zuloaga el 22 de marzo de 1858 consistía básicamente en que el Gobierno de los Estados Unidos proponía al de México alterar la frontera entre las dos Repúblicas, “…a cambio de una justa compensación. Los nuevos límites serían determinados por la Topografía del terreno siguiendo accidentes naturales”. También se propuso “elaborar las estipulaciones necesarias para asegurar la satisfacción y el pago de toda las reclamaciones de los ciudadanos de cada país contra el Gobierno del otro y asegurar a los ciudadanos y propiedades de Estados Unidos el perpetuo derecho de tránsito a través del istmo de Tehuantepec, para sus ciudadanos y propiedades.”[17].
Al fracasar los planes frente a los conservadores, en carta a Lewis Cass, Secretario de Estado de los Estados Unidos, de fecha del primero de julio 1858, John Forsyth informa optimista:
“…ya es visible que el presente Gobierno no puede controlar la situación política ni sentar su autoridad en todo el país...Un afortunado movimiento liberal en la capital derrumbaría toda la estructura del Gobierno de Zuloaga (sic)...Una revolución, basada en estas ideas, está en marcha y casi madura para estallar (sic)... A la vez, puedo decir que algunos de los líderes del nuevo movimiento, se han expresado favorablemente al tratado de cesión y al pedido de protección a los Estados Unidos...Mi experiencia me ha enseñado que todo los partidos y los Gobiernos que se cambian en México son tan parecidos, que no creo que la política que nuestro Gobierno considere conveniente adoptar respecto a este país, pueda variar en esencia, ya sea el partido conservador o el Liberal.”[18]
El 14 de diciembre de 1859 el gobierno juarista firmó con el representante del gobierno norteamericano uno de los convenios que mayor repulsa han provocado entre los mexicanos, en donde se comprometía la soberanía territorial, comercial y política de la nación, para obtener el reconocimiento y el apoyo norteamericano en la guerra civil entre liberales y conservadores. El convenio lleva el nombre de “Tratado de Tránsito y Comercio entre los Estados Unidos y México” y fue suscrito por Robert Mac Lane, Ministro de los Estados Unidos en México y Melchor Ocampo, Ministro de Relaciones Exteriores de México.
Por dentro y por fuera el tratado constituye una agresión a los principios mínimos de la convivencia entre las naciones[19], ya que el gobierno mexicano se comprometía a ceder todo a cambio de nada, pues por ejemplo en el Articulo 1º se acuerda que por vía de ampliación del Articulo 8º del tratado del 1º de diciembre 1853, (tratado que firmó el gobierno de Santa Anna, en que vendió el territorio de La Mesilla a cambio de 5 millones de dólares), se dice “cede la República Mexicana a los Estados Unidos...en perpetuidad, el derecho de tránsito por el istmo de Tehuantepec”.
En el Art.4º se establece que en el caso excepcional de peligro imprevisto o inminente para la vida o las propiedades de los ciudadanos de los Estados Unidos, quedan autorizadas las fuerzas de dichas repúblicas para obrar en protección de aquellos, sin haber obtenido previo consentimiento, y se retirarán dichas fuerzas cuando cese la necesidad de emplearlas.
En el Art 6º la República de México concede a los Estados Unidos el simple tránsito de sus tropas, abastos militares y pertrechos de guerra por el istmo de Tehuantepec, y por el tránsito o ruta de comunicación a que se alude en este convenio desde la ciudad de Guaymas, en el golfo de California hasta el rancho de Nogales.
En el Artículo 7º la república mexicana “cede por el presente a Estados Unidos, a perpetuidad, y a sus ciudadanos y propiedades, el derecho de vía o tránsito a través del territorio de la república de México, de las ciudades de Camargo y Matamoros...hasta el puerto de Mazatlán...Por cualquier ferrocarril o ruta de comunicación, natural o artificial, que exista actualmente o existiera”
En el Art 10º se señala que, en consideración a las precedentes estipulaciones y por vía de compensación a las rentas a que renuncia México permitiendo el transporte de mercancías libre de derecho por el territorio de la república, “conviene el gobierno de Estados Unidos en pagar al gobierno de México la suma de cuatro millones de duros”. En realidad se canjeó por 2 millones de pesos la injusta aspiración norteamericana de abrir nuestras fronteras a las mercaderías de ese país.
En cuanto a las cláusulas convencionales, el Artículo 1º dice así:
“Si se violara en algunas de las estipulaciones de los tratados existentes entre México y los Estados Unidos o si peligrara la seguridad de los ciudadanos de una de las dos repúblicas dentro del territorio de la otra y el gobierno legítimo y reconocido de aquella no pudiera, por cualquier motivo hacer cumplir dichas estipulaciones o proveer a esa seguridad, será obligatorio para ese gobierno el recurrir al otro para que le ayude a hacer ejecutar lo pactado y a conservar el orden y la seguridad en el territorio de la dicha república donde ocurra tal desorden y discordia”[20]
A pesar de ser uno de los mas fervientes admiradores de Juárez, Don Justo Sierra, ante lo ominoso del tratado no puede sino llegar a concluir: “el tratado o seudo tratado Mac Lane –Ocampo, no es defendible; todos cuantos lo han refutado, lo han refutado bien; casi siempre han tenido razón y formidablemente contra él. Estudiándolo hace la impresión de un pacto, no entre dos potencias iguales, sino entre una potencia dominante y otra sirviente; es la constitución de una servidumbre interminable.”[21]
En los tratados McLane-Ocampo se pacta la intervención norteamericana a cada momento en que se vea en peligro “la paz de la república” (léase , “el gobierno de Juárez”) arriesgándose a perder más de la mitad de nuestro territorio, y a la primera guerra civil el resto, pues en el tratado de McLane-Ocampo, Juárez no sólo pactó una intervención, sino a cada guerra civil su correspondiente intervención, todo esto independientemente de la cesión que se hace tanto del Istmo de Tehuantepec como de la soberanía del Estado de Sonora y del Territorio de la Baja California.
“Desde el primer artículo hasta el último, el tratado es un modelo de crimen político, de indignidad y de desprecio para el decoro de la nación e integridad de su territorio”[22].
“Yo busco para mi – nos dice un aparentemente consternado Justo Sierra - una explicación de este fenómeno del orden sicológico (sic) ¿cómo es que hombres de una moral cívica excelsa, de un patriotismo tal que ha sobrevivido incólume y espléndido, no sólo a los ataques de estupenda violencia de que han sido víctimas en vida y muerte, sino al hecho mismo, al acto que constituyó su falta suprema, acto de irreductible gravedad para su memoria, cómo es, en suma, que repúblicos como Juárez, Ocampo, Lerdo, compaginaron esa obra de tan claro aspecto antinacional?”
De acuerdo con una carta de Forsyth a Lewis Cass, de fecha 15 de abril de 1858 aquel afirmaba “los liberales, desde que están fuera del gobierno, tratan de apoyarse solamente en un protectorado americano”[23], por su parte el Periódico “Guillermo Tell” de Veracruz anotaba “...un vecino rico y poderoso vale más que un desierto devastado por la miseria y la desolación”[24]
A la crítica a los tratados, habría que añadir que el artículo 8º, que permite la introducción de una serie de artículos al país sin cargo fiscal, entre muchos otros, pero muy particularmente “las máquinas y aparatos para la agricultura, la industria, la minería, las artes y las ciencias, y sus partes sueltas o piezas de refacción”[25], en una situación de enorme atraso frente a una potencia económica que estaba en pleno auge industrializador, constituye por si sola un atroz atropello a la soberanía, por establecer una barrera infranqueable a nuestro futuro desarrollo industrial, pues el “libre comercio” o el “libre cambio” entre un país débil y otro poderoso, ha trae consecuencias funestas para el primero, ya que el “libre mercado” históricamente solamente ahonda y profundiza la dependencia.
Lo que prueba este aserto la proporciona Robert Mc Lane, al señalar que aunque al Presidente norteamericano, Buchanan, le urgía la adquisición de la Baja California “por fortuna, logré ganar su confianza y benevolencia, así como su deseo por impulsar la amistad y el comercio con Estados Unidos, que consideré resultaría más ventajosa por medio de Relaciones Comerciales que por la adquisición de territorio”[26], lo que quiere decir que la expansión territorial del imperio del norte era importante, pero lo era más su expansión industrial y comercial a costa del mercado de los países subordinados como el nuestro. En otras palabras, una se complementa con la otra, pues lo que busca la expansión territorial se puede obtener a través de un tratado comercial.
Era claro que de esa lista escogiera el Congreso de los Estados Unidos las mercancías que esa nación produjera y que no produjera México para que entraran libres de derechos a nuestro país, quedando la reciprocidad convertida en burla, era evidente que a los efectos mexicanos que pudiesen ser importados a los Estados Unidos para hacer competencia a los similares de esa nación les decretarían derechos muy subidos para que no pudieran entrar a territorio norteamericano.
Por cuanto al Artculo 1º de los convencionales, es necesario precisar que en él se hace mención a “la actual guerra civil en México”, por lo que a nadie debe quedarle duda que Juárez admitió la injerencia norteamericana en nuestros asuntos para decidir la contienda en contra de los conservadores.”[27]
Si los inmortales de Veracruz estaban ciegos e inconscientes, no los estaba el mundo civilizado que observaba su conducta y era imposible que hubiera simpatía para un partido que proclamándose liberal y patriota, secundaba la política descarada de Buchanan y tradicional de su partido: absorber a México para establecer la esclavitud.
Incluso “...Juárez...solicita dinero a cuenta del tratado Mac Lane-Ocampo, en el que se hipotecaba o se vendía todo lo que no era suyo... ‘Palacio Nacional. H. Veracruz, febrero 8 de 1860. Autorización para negociar un préstamo de $400,000...(a José María Mata) El Excmo. Señor Presidente ha tenido a bien acordar que por este Ministerio se autorice a V. E. Suficientemente para negociar en los Estados Unidos la anticipación de algunas sumas por cuenta del tratado últimamente celebrado por este ministerio con el Excmo. Señor Ministro de los Estados Unidos y cuya ratificación está pendiente de la aprobación del Congreso de esa Unión. En consecuencia queda autorizado V. E. para negociar con uno o más banqueros de ese país hasta la cantidad de medio millón de pesos, con el menor gravamen posible procurando la inmediata remisión de libramientos al Ministerio de Hacienda para que éste pueda atender a las necesidades de la guerra...Firmado.- Degollado Excmo., señor don José María Mata, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República Mexicana en Washington, 23 de mayo de 1860”[28]
En este acuerdo, México (su gobierno) concede los derechos de tránsito, celebra un tratado comercial para la admisión recíproca por las fronteras, libres de derecho, de ciertos artículos, celebra una convención postal con los Estados Unidos, en compensación redimen a México de la responsabilidad de todas las reclamaciones que hasta la fecha de la formación del tratado de ciudadanos americanos contra el referido México. Los Estados Unidos emitirán y pondrían a disposición del Gobierno de México $10,000,000 en bonos que causen interés de 5% anual. México hipoteca a los Estados Unidos como garantía, el territorio de la Baja California, y si al vencimiento de seis años contados desde el día en que los bonos hubieran sido puestos a disposición del Gobierno de México, éste no hubiere redimido el capital e intereses, entregados al tesoro de los Estados Unidos los referidos bonos, por éste solo hecho los serán pagados por el tesoro de los Estados Unidos y entrarán estos en posesión del territorio hipotecado, “ejerciendo en él la soberanía y adquiriendo la propiedad de cualquiera clase que México (el Gobierno) poseyera en el referido territorio”[29]
Admite Sierra que el tratado Mac Lane-Ocampo, obra del “gran” partido liberal, era un acto de traición a la patria; pero era necesario hacerlo para, con el apoyo de Estados Unidos, asegurar la ruina de la Iglesia Católica, la ruina del partido conservador, y garantizar el triunfo del partido liberal y de la reforma y la salvación de Juárez, “llegó a asegurar que Juárez nunca comprometió a la nación mexicana...que quien se comprometía, era Juárez personalmente ¡Como si la Baja California fuera uno de los brazos de Juárez, el Istmo de Tehuantepec, el cuello de Juárez, y las vías y territorios en el norte, los...intestinos de Juárez.”
Pero si ese tratado contenía ya la posibilidad enorme de la sujeción de nuestro país al interés norteamericano, que de acuerdo con el juarismo no tuvo ningún valor por no haber sido ratificado por el Senado norteamericano, los hechos que ocurrieron en el puerto de Antón Lizardo no dejan la menor duda respecto a que los tratados si fueron hechos realidad:
“...En marzo de este año (1860)...Mr. Aldham, comandante del buque de guerra inglés ‘Valorous’, anclado en Sacrificios...entregó a Miramón copia de un despacho que Lord Russell dirigía al Encargado de Negocios en México...terminaba en esta forma ‘Ya estaba empezada esta comunicación cuando llegó aquí el mensaje del Presidente de los Estados Unidos. El Sr. Presidente propone cambiar la política seguida por Estados Unidos, con el objeto de dar al partido liberal del Sr. Juárez el triunfo sobre el partido clerical del General Miramón...pocos días después acaeció lo de Antón Lizardo”[30]
En cuanto al incidente de Antón Lizardo, en donde Juárez sitiado por Miramón, solicitó el auxilio de la armada norteamericana para aprehender a los barcos del segundo.
Miramón salió de México el 8 de febrero de 1860 y el 26 del mismo se presentó ante las murallas de Veracruz. “Allí expidió un manifiesto en que brindaba amnistía, y en que amenazaba a los que no se rindieran con mandarlos fusilar y entregar sus bienes y hogares a la tropa”
Miramón, deseaba a todo trance apoderarse de Veracruz, que era el sitio donde Juárez se encontraba y que constituía su último reducto, más sabedor de que un ataque por tierra dejaría libre a Juárez el camino del mar, dispuso que el asalto se verificase por tierra y por agua a un mismo tiempo. Al efecto comisionó a Tomás Marín para que adquiriese buques en la Habana “y los dotara con sus correspondientes tripulaciones de manejo de combate”[31]
El 6 de marzo se presentó Tomás Marín a la vista de Veracruz, comandando dos vapores, el ‘General Miramón’ y el ‘Marqués de la Habana’, con los cuales pasó de largo sin izar bandera, para ir a fondear en el puerto de Antón Lizardo. Juárez, que había sabido previamente los proyectos de Miramón,
“…se había puesto en contacto con el Gobierno norteamericano, manifestándole que estaban próximos a llegar dos buques del partido conservador, los cuales tenían el carácter de piratas porque no se habían abanderado con el pabellón mexicano y porque se proponían atacar Veracruz con grave perjuicio de los ciudadanos extranjeros. Con estas razones obtuvo Juárez que el Gobierno de Washington diese orden a sus marinos para que acudieran en auxilio del Presidente liberal. En la noche del 6 de marzo salieron cautelosamente de Veracruz, con las luces apagadas, los barcos ‘Wave’ e ‘Indianola’ que don Benito había comprado y que iban tripulados por fuerzas mexicanas. El primero remolcaba la corbeta americana ‘Saratoga’ que llevaba tropas norteamericanas. Al pasar frente a Sacrificios, las escuadras francesas y española que allí se encontraban izaron sus luces de situación como señal o saludo a los barcos que partían del puerto; pero estos no contestaron, sino que siguieron su rumbo en plena oscuridad. (Zamacois) Marín declaró...que habiéndose cerciorado que el barco era el norteamericano ‘Saratoga’, suspendió la resistencia en virtud de las órdenes previas que tenía para evitar fricciones con buques de aquella nacionalidad”[32]
El marino norteamericano que mandaba el ‘Saratoga’, Mr. Turner, narró los hechos diciendo: “que había salido de Veracruz (sic) a cerciorarse sobre la índole de los navíos ‘General Miramón’ y ‘Marques de la Habana’, en virtud de que no izaron bandera ninguna, y que al aproximarse a ellos fue recibido con una andanada de grueso calibre, la cual originó un rápido combate que dio por resultado la rendición de los barcos conservadores, el apresamiento de los hombres de su tripulación y la captura de los elementos de guerra que conducían”, lo que, independientemente de quien fue el que inició el tiroteo, quiere decir que el barco norteamericano, en unión de las unidades juaristas, navegó en busca de la escuadrilla conservadora y no ésta en busca de aquél.
La pregunta que debemos hacernos es sí Juárez obró correctamente al acudir al gobierno norteamericano en su auxilio para triunfar sobre su adversario Miramón, pues todo país que lucha contra otro está facultado para llamar en su ayuda a una tercera nación, pero un partido político que lucha contra otro dentro de un mismo país, no puede llamar en su auxilio a ninguna fuerza extranjera, porque de hacerlo atraerá sobre sí el dictado de traidor, con el propio argumento con que Juárez y todos sus hombres calificaron a José María Hidalgo, a Juan N. Almonte y a quienes ofrecieron a Maximiliano el trono de México a cambio de que viniera con fuerzas de Francia a combatir al partido que representaban.
Pero aún suponiendo que los principios que enarbolaba Juárez eran “incomparables en su progreso y en su patriotismo”, el simple hecho de encomendarle a una potencia extranjera el triunfo sobre sus “retrógradas oponentes”, significa poner en manos de esa potencia el destino del país, pues despojados ya de cualquier signo de dignidad, los principios invocados aun en la “victoria” perdían cualquier significado. Confiar el triunfo a alguien externo, implica enajenar principios, hipotecar soberanía y renunciar a cualquier política independiente.
Nunca podrán contestarse airosamente los cargos que se han formulado contra Juárez por lo de Antón Lizardo. “No sólo gestionó la intervención de la bandera de las estrellas y de las barras en beneficio de su persona y de la causa que defendía, sino que logró que los marinos de norteamérica viniesen a ejercer actos de soberanía a nuestras aguas territoriales”[33]
Justo Sierra acepta que la intervención norteamericana fue en cumplimiento de los tratados de Mac Lane – Ocampo: “En Veracruz nadie dormía; si esta vez no se sacaba un resultado positivo (sic) del tratado Mac Lane, todo había sido en vano; era un gigantesco sacrificio de patriotismo (sic) y de honor sin objeto, estéril, como esa noche del seis de mayo del sesenta...si no era una alianza el tratado Mac Lane era un suicidio”
Aunque improbable, es posible que pueda existir todavía quien dude del carácter del tratado y su consecuente aplicación durante el incidente de Antón Lizardo, pero la historia registra una serie de acuerdos que comprueban fehacientemente la actitud de Juárez con respecto a la cuestión de la soberanía, tal es el caso del Convenio Dunlop-Ocampo firmado en 1858, en donde Juárez reconoció elevar al rango de deuda convencionada, exigible por las armas y por conquistas “…62,000,000 de pesos de la deuda en Londres, capital y rédito”[34], lo que significaba obtener su reconocimiento por parte de Inglaterra, en donde Juárez no solamente se compromete a pagar, sino que aceptó que Inglaterra “nos invadiera, nos conquistara, nos apaleara y nos degollara en caso de no hacerse los pagos correcta y oportunamente por el gobierno juarista.”
En el Convención Dunlop-Ocampo, 1858, concedió Juárez pasar por el reconocimiento de la elevación injustificada del rédito de la convención inglesa del 3 al 6% anual, otorgada previamente por el gobierno de Zuloaga para comprar al diplomático Otway el reconocimiento de Inglaterra[35], en lugar de pagar un rédito anual de un millón ochocientos sesenta mil pesos, Juárez aceptó pagar el doble, o sea: tres millones setecientos veinte mil pesos de réditos, que es lo que se obtiene aplicando el seis por ciento a lo sesenta y dos millones de pesos ya vistos.
En el Tratado Wyke-Zamacona, del 21 de noviembre del año de 1861[36], Juárez aceptó la responsabilidad nacional por el robo de $660,000 pesos ejecutado por orden del rebelde Miramón en la calle de Capuchinas (véase nota de Zarco de febrero 22 de de 1861 y tratado Wyke-Zamacona) en donde de acuerdo al Artículo 1º se establece que lo que se debe aún a los súbditos ingleses por el dinero tomado “de una conducta de Laguna Seca, así como los 660,000 extraídos por la fuerza de la legación británica en noviembre último, serán devueltos a sus legítimos dueños, con una asignación hecha con ese objeto por el gobierno de México, correspondiente al 10% de los derechos de importación, y que será tomado de la parte designada con el nombre de mejoras materiales”. En su Artículo 2º se establece la cuota del interés correspondiente al tiempo transcurrido desde que se tomó el dinero, y que por lo que hace a ambas sumas “se pagará del mismo fondo, será como sigue: 6% anual sobre los 660,000 pesos y 12% anual por el resto de los que se debe a los súbditos ingleses por la conducta tomada en Laguna Seca”.[37]
Dicho convenio es humillante e indecoroso, especialmente en su artículo 6º, primero: porque se nota la gran desconfianza que el representante inglés, Wyke, muestra hacia el gobierno juarista por su falta de seriedad y honradez; segundo: porque al reclamar Inglaterra los 660,000 pesos extraídos por el general Miramón de la legación británica se sostenía una falsedad, puesto que cuando sucedieron los hechos, las relaciones diplomáticas entre la Gran Bretaña y el gobierno conservador de México estaban rotas, y ni siquiera el personal de la dicha legación habitaba en dicho local. Quienes condenaban al general Miramón por haber tomado el dinero de referencia, deben condenar también a Juárez por haber asumido la responsabilidad de pagar dicho dinero sin escrúpulos de ninguna clase. Tercero: porque el rédito del 12% anual sobre los saldos insolutos de la deuda con Inglaterra, es un acto de usura y de rapiña sin precedente, sólo aceptado por Juárez debido a su natural inclinación de hacerse presidente por Inglaterra o por el país que fuera.
En el tratado Wyke-Doblado, firmado en Puebla el 28 de abril de 1862, Juárez reconoció todo lo que había reconocido Inglaterra en el tratado Wyke- Zamacona, más el derecho de los ingleses de ocupar nuestros puertos y manejar nuestras aduanas, “caso de que no hiciera el gobierno mexicano con puntualidad los pagos” [38]En el documento citado salta a la vista “…la enormidad pactada, sin necesidad de especulaciones intelectuales, a Juárez le interesaba deshacerse de nuestro país poniéndolo reiteradas veces a merced de las potencias extranjeras por la única locura de que lo reconocieran presidente de México. Por eso Ignacio Ramírez, “El Nigromante, con entera justicia, en 1867, lanzó este juicio terrible a la faz de Benito Juárez: ‘…en las relaciones extranjeras compromete con igual facilidad los recursos del erario y las vastas regiones de nuestro territorio”.
Juárez autorizó la firma tratado Zarco – Saligny, en donde reconoció el negocio Jecker y ofreció pagar sesenta por ciento más de la cantidad que efectivamente desembolsó Jecker, más los réditos calculados al 12%. Reconoció también el robo de la conducta de Guadalajara por el general Márquez y las indemnizaciones por expulsión de extranjeros “y otras fechorías de Zuloaga y Miramón”.[39]
Miramón recibió $618,927 en efectivo y $368,000 en vestuario para sus tropas y convino en pagar a Jecker, su acreedor, 15,000,000 de pesos; el convenio es escandaloso, pero tomando como base la cantidad $986,927 que es lo que suman las dos primeras cantidades, calculándola al sesenta por ciento más, “Juárez se comprometía a pagar a Jecker, de todas maneras, la onerosa cantidad de $1,790,083, más el doce por ciento de réditos sobre ésta última cantidad. De todos modos, sigue exhibiéndose colosalmente don Benito como un hombre sin escrúpulos que todo lo sacrifica a su desmedida ambición personal…A Santos Degollado, aparte de otras fechorías, le cargamos el robo de $688,000 de una conducta en Laguna Seca, la cual se dirigía a Tampico”
En el tratado Prim-Doblado, Juárez reconoció el tratado Mon-Almonte íntegramente, más ocho millones de pesos a España por reclamaciones futuras. Cuando más $150,000, en total, se iban a pagar a España, en virtud del tratado Mon-Almonte, anotándose la diferencia de $8,000,000 ¿Cuanto hubiera importado la indemnización a las familias de españoles pobres asesinadas en San Vicente Chiconcoac y en el mineral de San Dimas, a razón de $15,000 por familia? A lo más $15,000. Considerando que la estipulación fue indigna por no estar obligado el Gobierno a indemnizar conforme al derecho de gentes, de manera que el tratado Mon-Almonte es una mancha porque indignamente el gobierno conceda $150,000 para cada una de las diez familias
Don Antonio Pérez Verdía nos dice: “En el año de 1859 se firmaron dos tratados vergonzosos para la nación, que sólo se explican por el interés que tenían los dos partidos en recibir ayuda para obtener la victoria...se concedía impolíticamente a los Estados Unidos facultad para atravesar el territorio nacional por diversas zonas y para dar garantías a sus nacionales que residían en México.”, con lo cual peca por omisión, por las razones expuestas, pero lo más desafortunado en el prestigiado historiador, es que pretende aclarar que “Por fortuna ninguno de estos tratados se llevó a efecto (¿?), pues el Mon-Almonte...Juárez lo declaró nulo...el Mac Lane-Ocampo no fue aprobado por el Senado americano”[40], dejando del lado la existencia del tratado Prim – Doblado, sino también que las condiciones aceptadas por Juárez fueron aún más onerosas que las aceptadas por Almonte.
Entre los tratados firmados por Juárez con los Estados Unidos, importante es destacar el Acta Notarial firmada en Oaxaca el 19 de agosto de 1857 entre el Gobernador del Estado, Benito Juárez García, y una Compañía Oaxaqueña integrada para fundar una ciudad en el Istmo de Tehuantepec, encabezada por Luís F. Meyer, fundadora de la ciudad Comonfort en el puerto de la Ventosa con colonos norteamericanos[41], en que además se establece, de acuerdo a la Cláusula Séptima que “El señor Meyer hará en San Francisco de California, todos los gastos necesarios para impulsar el negocio, contratando lotes y trayendo pobladores a la Ventosa”
Por su parte, en las Bases protocolarias de los tratados Mac Lane - Ocampo, firmadas en Veracruz en el año de 1859, entre Mister Chuchwell, representante plenipotenciario del gobierno de los Estados Unidos, y Melchor Ocampo y Miguel Lerdo de Tejada, por parte del gobierno juarista, se establecía la entrega de la Baja California, de vías y secciones de territorio en el norte de México y la entrega a perpetuidad del Istmo de Tehuantepec. En su artículo 1º se acepta el ficticio criterio acerca de la “peculiar situación” del territorio de la Baja California, “el cual desde que fue cedida la Alta California a los Estados Unidos, ha quedado separado y desintegrado del cuerpo principal de la República mexicana”, por lo que “el Gobierno Constitucional consentirá en traspasar la soberanía sobre dicho territorio a los Estados Unidos, por una remuneración que después será convenida entre las partes contratantes.”
En la correspondencia de Robert Mac Lane, quien llegó a Veracruz el primero de abril del mismo año de 1857, aparece una nota dirigida a Ocampo, en que el representante norteamericano manifiesta que el gobierno de Juárez estaba preparado
“para negociar con el gobierno de los Estados Unidos respecto de un cambio de línea entre México y los Estados Unidos, así como para otorgar un derecho de vía perpetuo a través del istmo de Tehuantepec, con otros tránsitos o derechos de vía…de tal manera que se incluya el territorio de la Baja California dentro de los límites de los Estados Unidos, así como para establecer tránsitos y derechos de vía entre las aguas del Atlántico y las del Pacífico…2º Un tránsito o derecho de vía de la ciudad de Guaymas en el Gofo de California, vía Hermosillo y Magdalena, a un punto de la línea limítrofe Sur de los Estados Unidos, cerca del rancho de Nojales (sic) aproximadamente diez leguas al Sur de Tubac y cerca de 111º de Longitud Oeste…además el Sr. Churchwell…Robert M. Mac Lane. Veracruz, Méjico, abril 4 de 1859”…Ocampo…“El señor Churchwell informó con exactitud al S. Presidente de los Estados Unidos asegurándole…M. Ocampo. Veracruz, Abl. 5 de 1859.” [42]
Por su parte, Melchor Ocampo, en una circular de fecha 6 de abril de 1859, en Veracruz, acepta sin rubor republicano que:
“Acaba de presentar el Excmo. Señor Robert M. Mac Lane al Excmo. Señor Presidente, la carta que le acredita enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de los Estados Unidos en la República de Méjico, reconociendo así solemnemente aquel gobierno al constitucional del Excmo. Sr. Juárez…El es de una grande importancia…Abre una nueva era para las relaciones de dos pueblos…unidos pueden desafiar al mundo y regular los destinos de la nueva humanidad…Da a nuestro gobierno facilidad de relaciones que hasta hoy no había podido entablar, y acelera rapidísimamente el desenlace de una contienda fraticida…Resuelto el Excmo. Señor Presidente a entrar en una nueva política, franca y decorosa, con los Estados Unidos, evitará que cunda más entre nosotros el espíritu de insensato antagonismo que, para que los demócratas de todo el mundo no se entiendan, y ayuden, ha conseguido sembrar un jesuitismo diestro y maquiavélico…Se unirá, por último (el señor Presidente) a los economistas que piensan que un vecino rico y poderoso vale más y da más ventajas que un desierto devastado por la miseria y la desolación.[43]
El vecino rico y poderoso son los Estados Unidos, y el desierto: San Luís Potosí, Nuevo León, Coahuila, Durango, Sinaloa, Chihuahua, Sonora y Baja California”.
El Tratado Thomas Corwin – Manuel Doblado, firmado el 6 de abril de 1862, es un ejemplo de iniquidad, producto del carácter injerencista norteamericano, pero que no deja del lado su condición rapaz, en que los Estados Unidos “se ofrecen” como garantes de las deudas que reclamaban los ingleses, franceses y españoles, pero a un costo desorbitado frente a un gobierno para el que no existía ni la soberanía nacional, ni la estatal, y que además se calcula ya había dilapidado los tesoros “nacionalizados” a la iglesia y cuando los bienes raíces de esta misma habían ido a parar a manos de otros 9,000 extranjeros, justo en el momento que los cañones de las Tres Potencias Interventoras apuntaban hacia la ciudad de México para obligar a Juárez a pagar lo que legal e ilegalmente debía., sin dinero, concertó un nuevo tratado con los Estados Unidos para obtenerlo mediante el expediente mil veces recorrido, de renunciar a la soberanía para sostenerse económicamente, a cambio de una nueva hipoteca nacional y que reza así:
“Animados del deseo de ayudar al Gobierno Mexicano en sus esfuerzos para llenar las obligaciones que le imponen sus tratados con las potencias extranjeras y establecer el orden doméstico, los Estados Unidos de América convienen en prestar a los Estados Unidos de México la suma de once millones de pesos...Artículo II...los Estados Unidos Mexicanos por el presente obligan e hipotecan como seguridad para el reembolso de aquél, todos los terrenos públicos que hasta ahora no se hayan vendido, y toda la propiedad de mano muerta nacionalizada de que aún no se haya dispuesto, y todos los bonos, pagarés e hipotecas que resultan de las ventas hechas hasta el día por el Gobierno mexicano y que aún no hayan sido pagados y que pertenecen al Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos...seis de abril del año de Nuestro Señor 1862”[44]
Por si no fuera suficiente, José María Carvajal, residiendo en los E. U., era a la vez que Gobernador de Tamaulipas también de San Luis Potosí, y obedeciendo órdenes de Juárez a través de Matías Romero, firmó uno de los tratados más ominosos de nuestra historia, en que se cedía soberanía territorial, recursos naturales y el derecho a la invasión silenciosa de ciudadanos norteamericanos a cambio de un préstamo. El tratado José María Carvajal – Daniel Woodhouse fue firmado el 15 de mayo de 1865 y quedó registrado bajo el número “Número 7” “Contrato” dirigido “A quien corresponda” y dice así:
...Primero.- El general Carvajal concede por la presente a la Compañía 250 leguas cuadradas de tierras baldías…situadas en el Estado de Tamaulipas, y otras 250 en el de San Luis Potosí...Segundo.- El general Carvajal concede también a las Compañía 2,136 minas situadas en los Estados de Tamaulipas y San Luis Potosí, las cuales serán elegidas, demarcadas, denunciadas y beneficiadas por los agentes o apoderados de la Compañía. Entendiéndose expresamente que dichas minas son las designadas en las leyes de minería de México con el nombre de Minas de Compañía, compuestas de siete pertenencias de 240,000 varas cuadradas mexicanas, equivalentes a 50 acres cuadrados por cada una...11º Que tan luego como la Compañía tenga un número suficiente de emigrantes o colonos, reunidos en un punto a propósito para residir en él, el gobernador del estado en que residieren, les concederá, si así lo pidieren, el derecho a formar una población, y les distribuirá gratis lotes de terreno...Luego que dichos ciudadanos hayan establecido la población, tendrán el privilegio de elegir a sus autoridades municipales y dirigir sus asuntos públicos, particularmente en lo que respecta a contribuciones municipales y escuelas públicas. Quinto.- La Compañía...se compromete a lo siguiente: 1º Construir y poner en operación el ferrocarril y sus ramales, las líneas telegráficas y los canales antes mencionados...2º Enviar a México, en la forma estipulada, colonos, emigrantes, y labradores, teniendo cuidado de que sólo vayan personas blancas, industriosas y respetables. 3º Recibir y negociar la venta de treinta millones en bonos del Gobierno de los Estados Unidos de México, y de los de Tamaulipas y San Luis Potosí, cuyos bonos serán emitidos por la Compañía con tal objeto serán redimibles, tendrán interés pagadero...Que si el Gobierno general creyese conveniente en lo sucesivo aumentar su empréstito hasta la suma de cincuenta millones de pesos que le ha ofrecido la Compañía, o hasta mayor cantidad, el Gobierno emitirá bonos de la misma clase y denominaciones, y bajo iguales condiciones, garantía y objeto (con la excepción de que las garantías en tierras y minas para responder del aumento del empréstito, se extenderán a las tierras baldías y minas de toda la República, en la forma que designe el Gobierno general”[45]
Por si a alguien se le ocurre pensar que Carvajal obró por su cuenta y riesgo, incluimos la certificación de la personalidad con que actuaba, otorgada por el gobierno juarista.[46]
Todavía Carvajal se dio tiempo para firmar el Tratado John W. Corlies y Cía. – José María Carvajal, el 23 de octubre de 1865, para hipotecar los Estados de Tamaulipas y San Luis Potosí. El tratado establece que:
“La República constitucional de México, por medio de su Presidente Benito Juárez y su comisionado José María Carvajal, ha contratado con John W. Corlies y Cía. de la ciudad de Nueva York, por la negociación y venta de treinta millones de pesos en bonos...pagaderos a los veinte años, contados desde el 1º de octubre de 1865, con interés de 7 por ciento al año, pagaderos por semestres en Nueva York, capital e interés pagaderos en oro. El pago fiel de los bonos y premio están garantizados por la fe empeñada del gobierno de la República de México y la hipoteca de los Estados de Tamaulipas y San Luis Potosí, y además asegurados por la prenda especial, teniendo el efecto de una hipoteca nacional, de cinco millones de acres de tierras minerales de los Estados de Tamaulipas y San Luis Potosí. Al precio del gobierno, la seguridad especial así dada, agrega 55 millones de pesos. Además, una suma igual al montante del premio sobre los bonos para el año primero se reservan y se tienen por John W. Corlies y Cía., como fiadores para el gobierno...Y como mayor seguridad, 60 por 100 de todos los réditos federales y de Estado, dimanados de los derechos de aduana, impuestos y contribuciones de los citados Estados...[47]
Mediante este tratado, Juárez hipoteca dos Estados de la República por el pago de 55 millones de pesos en vez de 30; con un interés anual al 7%; hipoteca las rentas aduanales; vende millones y millones de acres de territorio nacional a colonos norteamericanos, “a precios de pordiosero”, pues se calcula que entonces el acre equivale a 4,000 metros cuadrados de terreno; por consiguiente, cinco millones de acres de terrenos nacionales, convertidos a kilómetros, dan una superficie de 20,000 kilómetros cuadrados, o sea una superficie territorial cuatro veces mayor que la del estado de Morelos.
Cuando terminó la guerra civil de los Estados Unidos, don Matías Romero, por instrucciones de Juárez, gestionaba ante el presidente americano Jonhson que se permitiera la entrada a México de “sesenta mil hombres de los que iban a ser inmediatamente licenciados”, aclarándose que ya no se les dejaría volver a su patria, puesto que Juárez les ofrecía a los soldados tierras mexicanas para que se quedaran, y a los generales y a los oficiales se les pagarían fuertes sumas de dinero “de acuerdo con la ley del 11 de agosto de 1864, y a los jefes superiores con recompensas en numerario de cien mil pesos.”[48]
Como se puede fácilmente desprender de los convenios firmados por el gobierno juarista, que tan poca difusión han tenido, no se trataba sólo de renunciar a la soberanía de las fronteras, sino formaba parte de una concepción despiadada en que se disponía del territorio y sus recursos con una facilidad que escandalizaría a cualquiera, tal es el caso del Convenio José María Iglesias – Jacobo P. Leese, firmado el 30 de marzo de 1864, en donde José María Iglesias, Ministro de Fomento en la República Mexicana
“…previo expreso acuerdo del C. Presidente Constitucional de la misma, y Jacobo P. Leese, ciudadano de los Estados Unidos de América, a nombre de los socios que componen la Compañía de Colonización de la Baja California, hemos convenido en las cláusulas siguientes para colonizar los terrenos baldíos de aquella península, desde el grado 31 de latitud norte en dirección al sur...derechos de los colonos: Elegir libremente sus autoridades, establecer sus impuestos municipales y promover todas las mejoras materiales convenientes...Las empresas adelantarán la suma de cien mil pesos por cuenta del valor de los terrenos que deben colonizar, entregando a los ciento veinte días de firmado este contrato, dicha cantidad en oro americano, en San Francisco California, al cónsul mexicano en aquel puerto...ciudad de Saltillo, Capital del estado de Coahuila, a los treinta días del mes de marzo de 1864.- Firmado.- J. M. Iglesias.- Firmado.- Jacobo P. Leese”[49].
Así mismo se establecía que dicha compañía tenía facultades “para hacer los reglamentos que estime convenientes para llevar a efecto los objetos de su establecimiento, y para enmendarlos o derogarlos a su voluntad, con tal de que no sean contrarios dichos reglamentos a la Constitución de ese estado (de “Nueva York”)...los colonos quedaban sujetos, no a las leyes de México en donde residían, sino a las leyes de los Estados Unidos, y por lo mismo, gozaban de la más completa independencia respecto al gobierno mexicano sin cuya voluntad podían a su antojo elegir a sus autoridades, establecer sus impuestos, sus leyes y su administración municipal llegando hasta el grado de emitir billetes de banco”[50], lo que mereció la condena del diputado Joaquín Alcalde, quien en la sesión del Congreso del 17 de noviembre de 1871, lanzó una terrible filípica contra Juárez por haber vendido en 100 mil pesos la Baja California, dinero que además “…el país no recibió para el auxilio de sus tropas; que no se invirtieron para combatir los avances del enemigo; que no se destinaron a gastos de la administración...disponían y gobernaban autoridades extranjeras, y que lo que se combatía en Maximiliano porque quitaba la presidencia, se acataba en Mr. Leese, porque proporcionaba 100,000 pesos…El gobierno que amenazaba con que si la revolución triunfa, nos absorberán los Estados Unidos, es el que con en ese contrato de la Baja California, y otros que por rubor no menciono, ha tratado de entregarnos a la intervención, al protectorado, a la benevolencia de los que vienen a hacer progresar al país, poblando los inmensos desiertos...a los que no se ha dado distribución y los que se repartieron en los Estados Unidos, no entrando en las arcas nacionales”[51]
Matías Romero, Ministro de Juárez en Washington, aceptó el tratado bajo las siguientes consideraciones “Acepto formalmente a nombre de mi gobierno...declarando por la presente haber recibido la cantidad de $49,920 en papel moneda de los Estados Unidos, y la de $61,000 en oro en dos letras ambas de igual importe...declaro que completa la suma de cien mil pesos en oro...le acompaño una copia de la comunicación que, fechada en la ciudad de Chihuahua el 22 de diciembre de 1864...Firmado.- M. Romero.- Jacobo P. Leese”.[52]
Respecto al empleo que tuvieron esos $100,000, un periódico norteamericano (“El Diario del Imperio”, 8 febrero 1867) contiene lo siguiente: Recibió el señor Romero 50,000 al firmar los documentos de venta y tuvo a bien disponer de ellos de esta manera: A la familia del Señor Juárez, residente en los Estados Unidos.......$30,000.A la Legación Mexicana, por sueldos atrasados...............$ 16,000. Al Consulado mexicano de Nueva York y otros partidarios personales del señor Juárez en prorrateos según rangos........$4,000. Total $50,000.”[53]
Diez años antes (1861), en sesión de la Cámara, el Diputado D. José María Aguirre había exclamado en la tribuna “¿Qué es lo que ha hecho el Gobierno en cinco meses que ha tenido las facultades omnímodas? Nada, ciertamente ¿O se cree que ahora, como por encanto, luego que se le concedan esas facultades, ha de hacer efectivo lo que antes no pudo?...¿Cómo se trata de dar facultades omnímodas al Gobierno que allá en Veracruz ha puesto a los pies de los norteamericanos la dignidad y el decoro nacional, con el tratado Mc Lane, por el cual se concedía a ellos el derecho de atravesar armados por la República Mexicana?’”[54], palabras estas que resumen indubitablemente la política juarista durante el período.
Como es posible suponer, solamente el estudio y la interpretación de las fuentes, podrá darnos una imagen más cercana al hecho histórico, condición sine qua nonpara el conocimiento no sólo del pasado, sino para una correcta disquisición acerca de lo que es el presente, que nos permite por lo menos comprender por qué Vicente Fox asegura “que su gobierno se rige por el ejemplo juarista”.
Solamente entendiendo nuestro pasado y nuestro presente, estaremos en condiciones de labrar adecuadamente nuestro futuro, y éste no puede ser de otra forma que reivindicando nuestra soberanía en el manejo del territorio y de los recursos naturales del país.
[1]García Naranjo Nemesio (1930). Porfirio Díaz, San Antonio Texas, Tomo II, p 182 citado por 85 González, José
[2]Ramírez, Ignacio, op. cit. México. 1889. Tomo II, p 540 y 420 86 González, Remitido que publicó el periódico oficial de Nuevo León el 9 de mayo de 1868 88 Glez.) González pp 237-239
[3]Justo Sierra op cit p 564
[4]Justo Sierra, Juárez su obra y su tiempop 563
[5]Ralph Roeder Juárez y su Méxicop 1075
[7]Palabras de Manuel López Obrador en el evento organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM “Actualidad de Juárez, encuentro conmemorativo”, Karina Aviles, La Jornada 20 marzo 2003
[8]Jorge L. Tamayo, Doblado Manuel en Benito Juárez Documentos, discursos y correspondencia, selección y notas de, Ed Libros de México S.A. 1974 Tomo 5 p 625
[9]Ibídem Citado por Roeder p 1055
[10]cit col
[11]González pp 168
[12]D. Miguel Miramón “Manifiesto de Guadalajara” 1° enero de 1860 en Ibíem González p 169
[13]González , José, El golpe de Estado de Juárez, p 169
[14]González cit. loc. p 169
[15]Benito Juárez, Documentos, Discursos y Correspondencia, selección y notas de Jorge L. Tamayo, Secretaría del Patrimonio Nacional, México 1965, Tomo 3, pp 401-402
[16]Tamayo op. cit., T 3, pp 425-426.
[17]Tamayo op. cit. T 3, pp. 408-409
[18]Tamayo, op. cit. T 3, pp.440-441
[19]“Tiene eso algo de siniestro y de infernal, parecía un pacto de venta de alma al diablo” Sierra, Justo, Juárez su obra y su tiempo, Editorial Porrúa, México 1970, p 152-153
[20]Matute, Alvaro, México en el siglo XIX, Antologías universitarias, UNAM, México 1981, pp 489-493
[21]Sierra, Justo, Juárez su obra y su tiempo, editorial Porrúa, S. A., Colección “Sepan Cuantos...”, Num. 146, México 1970, p 150
[22]Bulnes, Francisco.Juárez y la revolución de Ayutla, p 469
[23]Miramón, Sánchez Navarro y Peón, Carlos, Editorial Patria 2ª edición p 90
[24]Miramón p 90
[27]Francisco Bulnes, Juárez y las revoluciones de Ayutla y de reforma, primera Edición, México.- 1905.- Apéndice. Y José Fuentes Mares, Juárez y los Estados Unidos. 1960, Libro Mex. Editores. Apéndice. Anexo “A” y Anexo “B”)
[28]Bulnes, Francisco, op. cit. cap. IX. Pags. 453-464 14 de febrero de 1860
[29]Alberto María Carreño, La Diplomacia Extraordinaria entre México y Estados Unidos, 1789-1947, volumen II, Editorial Jus, México, 1951. Capítulo XI, pp. 204-205
[30]González p 172
[31]González p 25
[32]González pp 25-26
[33]González pp 27-28
[34]El verdadero Juárez Editora Nacional, S. A., México, D. F., 1957, capítulo IV, pág. 76
[35]El verdadero Juárez…cap IV, pag. 76
[36]Tamayo Tomo 5, 852 pp, pp211-214
[37]El 14 de marzo de 1858, El Tratado Wyke- Zamacona, El Golpe de Estado de Paso el Norte, Juárez y la Baja California, por Alejandro Villaseñor.- Colección México Heroico.- Editorial Jus.- 78, 79 y 80
[38]íntegro en el libro azul del gobierno británico, segundo tomo, correspondiente al año de 1862 El verdadero Juárez, cap. IV, pág. 77
[39]El verdadero Juárez, cap. IV, pág. 77
[40]Pérez Verdía, Antonio, Compendio de la Historia de México, Librería de la Vda. De C. Bouret, 6ª edición, Paris, México, 1921, 579 pp, p 465
[41]Cabeza de puente yanqui en Tehuantepec”, pp 8-14, escrito por Luís Castañeda Guzmán y publicado por la editorial Jus, S. A., con el número 59…colección Figuras y Episodios de la Historia de México
[42]Ambas notas en Alfonso Junco, Un siglo de México, edición citada, pp 211-213; y Alberto María Carreño, La Diplomacia Extraordinaria entre México y Estados Unidos, 1789-1947, Volumen II; Editorial Jus, México, 1951, Capítulo XI, pp 196-198
[43]Alfonso Junco, Un siglo de Méjico, pp 186-187
[44]Alberto María Carreño, La Diplomacia Extraordinaria entre México y Estados Unidos, Editorial Jus, 1951, pp. 237-241. “Hay un documento secreto dirigido por mister William H. Seward, Secretario del departamento de estado del Gobierno de Washington, al embajador yanqui en México mister Thomas Corwin, y por el cual se le instruía de que al firmarse el tratado en cuestión...y al ser...ratificado y aprobado por el senado norteamericano, inmediata y automáticamente formarían parte de la hipoteca ya vista, los siguientes Estados de la República Mexicana: Baja California, Sinaloa, Sonora y Chihuahua...2 de septiembre de 1861, es decir, la fecha en que ya se preparaba la negociación, y de ella tuvo conocimiento el ministro de Juárez en Washington, Matías Romero, quien firmó una nota que decía: ...Señor, el despacho de Ud. de 29 de julio último (número 3) acaba de recibirse...El presidente Lincoln- desea ardientemente que aquel status político de México...se mantenga permanentemente...Los sucesos que Ud. comunica lo alarman sobre este punto y cree que apenas lo justificará el pueblo de los Estados Unidos si no se hiciera esfuerzo alguno por impedir tan grande calamidad en este continente, como sería la extinción de aquella República. Ha resuelto por lo mismo autorizar a Ud., como en efecto queda Ud. autorizado, para negociar un tratado con la república de México para que el Gobierno de los Estados Unidos asuma el pago de interés al tres por ciento, de la deuda consolidada que aquel país tiene con los tenedores de bonos mexicanos, cuyo capital se calcula ser de cerca de sesenta millones de pesos, por el término de cinco años desde la fecha del decreto recientemente expedido por el Gobierno de México, suspendiendo tal pago, con tal de que aquel Gobierno empeñe su fe a los Estados Unidos para el reembolso del dinero que así fuere pagado, con el derecho de retención específica sobre todas las tierras públicas y los derechos sobre minas en los diversos estados mexicanos de Baja California, Chihuahua, Sonora y Sinaloa, llegando a ser la propiedad así empeñada, absoluta de Estados Unidos al expirar el término de seis años, contando desde que el tratado tenga su cumplimiento, si tal reembolso no hubiere sido hecho antes de aquel tiempo...Debe entenderse, sin embargo, que estas instrucciones son condicionales para el caso de que se obtenga de los gobiernos británico y francés que consientan en abstenerse de recurrir a la fuerza contra México en virtud de que esta nación deje de o rehúse pagar los intereses en cuestión...Inmediatamente comunicaré instrucciones a nuestro Ministro en Londres y en París para que soliciten el consentimiento de los gobiernos británico y francés en los términos así indicados...William H. Seward. Carreño, op.cit., Capítulo XIII, pp. 230-232.
[45]Matías Romero, Contratos hechos en los Estados Unidos por los comisionados del Gobierno de México durante los años de 1865 y 1866. Contratos celebrados por los Generales D. José M. de J. Carvajal y D. Gaspar Sánchez Ochoa, e Intervención del Sr. Romero en los mismos. México. Imprenta del Gobierno, en Palacio, a cargo de José M. Sandoval. 1868
[46]Carreño op. cit., p 55 ¿Carreño?)...
[47]Pbro. Francisco Regis Planchet, La cuestión religiosa en México, 5ª edición, 1ª Completa, México, 1956, Quinta Parte, páginas 641-642
[48]Justo Sierra p 480
[49]Regis Planchet
[50]Regis Planchet op. cit. P 648
[51]Regis Planchet op. cit. pp 644-645, periódico El ferrocarril, 8 de nov. de 1871
[52]Regis Planchet, p 645
[53]Regis Planchet, obra citada, página 646.
[54]González p 61
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